Soy Soledad Acuña. Tengo 48 años y nací en Bariloche. Soy mamá de Santiago, de Tomás y de Lola, una beba hermosa que nos tiene enamorados. Estoy casada con Diego. Soy la tercera de cuatro hermanos. Mi papá fue bombero, comerciante, productor de seguros y un poco buscavidas y, mi mamá, la mejor maestra de Historia que conocí.

En Bariloche hice el jardín, la primaria y la secundaria y a los 18 años me vine a la Ciudad de Buenos Aires para estudiar una carrera universitaria. Por eso ―como siempre digo― soy barilochense de corazón y porteña por elección.

Elegí la Universidad de Buenos Aires para estudiar Ciencia Política. ¿Por qué? Porque estoy convencida de que la política es una herramienta fundamental para cambiar y transformar realidades.

Un poco por casualidad, en 1997 entré a trabajar con Horacio Rodríguez Larreta en la Fundación Grupo Sophia. Con él y su equipo, comenzamos un proceso de construcción política. En 2007 me convertí en la legisladora más joven de la Ciudad y, sin dudas, fueron años de muchísimo aprendizaje. 

Terminada esa experiencia, trabajé como subsecretaria en el Ministerio de Desarrollo Social de la Ciudad y desde hace más de 10 años trabajo en el Ministerio de Educación porteño. En el 2011, Esteban Bullrich en ese momento ministro de Educación me convocó para formar parte de su equipo, con la misión de alcanzar mejores niveles de equidad educativa. De la mano de un equipo increíble, llevé adelante acciones para crear y fortalecer los lazos entre las familias, la comunidad y la escuela. En ese lugar, también pude concretar una de las políticas educativas que más orgullo me da: brindarles a las personas adultas la posibilidad de terminar sus estudios a través de Terminá la Secundaria, un programa con alcance federal y que brinda un título con validez nacional.


Ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires


Desde 2015 y hasta 2023, fui ministra de Educación. Tuve uno de los trabajos más desafiantes pero también el más gratificante.

Esteban me había dejado a cargo de la mejor herencia posible. Él encaró cambios culturales y estructurales imprescindibles como mejorar el mantenimiento y la infraestructura de las escuelas y ampliar la cobertura de vacantes, pero también encabezó modificaciones profundas como las de la escuela secundaria y la política de educación digital. 

A partir de 2015, nos propusimos abordar otros procesos de fondo porque teníamos la misión de seguir transformando la educación de la Ciudad.

Por eso, con el equipo pusimos en marcha proyectos tales como la Secundaria del Futuro y la incorporación de prácticas educativas y de educación financiera en las escuelas, la creación de la Universidad de la Ciudad, la reforma del Estatuto del Docente, la profundización de la políticas de educación digital, la creación de la Agencia de Aprendizaje a lo largo de la Vida, entre tantas otras.

En qué vengo trabajando

Llegó el 2020. Y cuando el mundo entero estaba patas para arriba, asumí la responsabilidad de luchar por la apertura de las escuelas a pesar de la fuerte presión en contra. Durante meses, trabajamos sin descanso por la vuelta a la presencialidad en las aulas, con la convicción de la importancia de las escuelas abiertas. Estábamos convencidos de que hacíamos lo correcto.Porque teníamos información y porque estábamos seguros de que la educación era nuestra prioridad. Como dice la frase de Marie Curie que cuelga en mi oficina: «No hay nada en la vida que debamos temer. Solo debemos entender. Ahora es el momento de entender más, para que podamos temer menos». 

Con las escuelas abiertas, y de a poco recuperando la normalidad, decidí contar esta experiencia en un libro, porque lo que no se cuenta se olvida. Y a mí me gusta que pensemos este tiempo que pasó como un tiempo de aprendizaje y que tengamos presente que el único camino para el progreso y desarrollo de nuestro país es con más y mejor educación.

MI LIBRO