1. Crear la secundaria del futuro: prácticas educativas y educación financiera

Una de las primeras políticas a las que nos dedicamos como equipo cuando llegamos al Ministerio en 2015 fue la de transformar la escuela secundaria. Con Esteban habíamos avanzado muchísimo con la modificación del diseño curricular; es decir, los contenidos que los estudiantes tienen que aprender, y después de un esfuerzo enorme creamos lo que en ese momento llamamos la Nueva Escuela Secundaria (NES).

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Con la Secundaria del Futuro trabajamos para articular la escuela con el mundo del trabajo.

Sin embargo, y aunque se trató de una actualización de los contenidos las formas de enseñar y aprender en la escuela secundaria seguían alejadas de la realidad del siglo XXI. Era necesario cambiar la forma de enseñar a chicos que hoy aprenden distinto.

Por eso, implementamos la Secundaria del Futuro, una profundización del diseño curricular del nivel que apunta a que el aprendizaje sea el centro de la escuela. Incorporamos el trabajo por proyectos, sumamos horas de tutoría para acompañar a los estudiantes, pusimos el foco en el desarrollo de capacidades y trabajamos de forma central para articular la escuela con el mundo del trabajo.

Entonces dimos un paso más: incorporamos las prácticas educativas, que apuntan a que los jóvenes tengan una primera aproximación con las empresas y organizaciones en donde van a trabajar. Empezamos el proceso con muchísima resistencia: en 2017 grupos de estudiantes tomaron más de 50 escuelas. Sin embargo, estábamos seguros de que era el camino correcto. Y, en 2022, 29.400 estudiantes de la Ciudad están comenzando sus prácticas educativas en más de 600 empresas y organizaciones.

También incorporamos educación financiera y habilidades para la empleabilidad. Estamos convencidos de la importancia de que los jóvenes tengan los conocimientos necesarios para poder organizar sus finanzas, entender en qué y cómo gastan su dinero y comprender las dinámicas económicas.

La política que impulsamos con la Secundaria del Futuro habla muchísimo del para qué educamos: para formar estudiantes que puedan insertarse en el mundo del trabajo y ser dueños de su futuro. Para que sean ciudadanos libres.