En algún momento de la infancia y adolescencia todos soñamos con lo que nos gustaría ser en nuestra vida adulta. La lista de trabajos y profesiones puede ser interminable. Algunos tuvimos la posibilidad de elegir y de cumplir ese sueño, de crecer y desarrollarnos, pero muchos (y principalmente muchas) no lograron alcanzarlo.
Somos parte de la generación que tuvo la oportunidad de conocer y vivir las particularidades del siglo pasado y apropiarnos de las de este. Una generación atravesada por la tecnología, la inteligencia artificial, las redes sociales. Somos una generación que vivió la transición de siglo y esto nos convierte en testigos (y también en protagonistas) de grandes cambios. Pero hay algo que no cambió: en el 2023 las mujeres seguimos teniendo enormes dificultades para acceder, permanecer y crecer en determinados trabajos.
Esto significa que aún queda un largo camino por recorrer en términos de igualdad. Hoy más que nunca. Durante los meses en los que las escuelas estuvieron cerradas las desigualdades se profundizaron. A mediados del 2020 desde la Ciudad luchamos por la presencialidad porque además de ser irremplazable para el aprendizaje, también es un gran ordenador social: cuando las escuelas están abiertas, las ciudades funcionan.
La presencialidad en las escuelas era necesaria para que las mujeres pudieran salir a trabajar, porque según una encuesta hecha por UNICEF junto al Gobierno nacional en el 2020, en el 85% de los casos, quienes asumieron el rol de acompañar a los chicos y chicas en las tareas escolares fueron ellas.
A su vez, según datos del INDEC sobre la actividad económica del primer trimestre del año 2019 hasta el primer trimestre del año 2021, se observa que aunque las restricciones impuestas por la pandemia impactaron de forma similar en la caída de la actividad tanto en mujeres como en hombres, a las mujeres les costó mucho más recuperar los niveles de actividad económica previa al impacto de las restricciones.
Es urgente seguir generando políticas públicas que fomenten e incentiven la participación activa de las mujeres en el desarrollo sostenido de las ciudades. Para que puedan elegir qué estudiar, en dónde trabajar y que ser mujer no sea un impedimento para alcanzar sus metas. En 2021, el Foro Económico Mundial estimó que se necesitarán 135.6 años para eliminar las desigualdades de género en el mundo.
Las mujeres a lo largo de la historia tuvimos enormes dificultades para poder participar de ciertos ámbitos, situación que aún sigue vigente: las tareas del hogar y de cuidado cuando no son compartidas, entre otros factores, generan obstáculos para desarrollarnos plenamente en lo que nosotras elegimos y queremos ser.
En todos los sectores seguimos encontrando barreras: desde la política hasta en el deporte, en la tecnología, la movilidad, la educación, entre otros. Incluso hay trabajos que parecieran corresponder a los hombres, y no a nosotras. Casualmente, esos trabajos son los que hoy tienen una mayor remuneración y demanda.
Según datos del Instituto de Estadística de la UNESCO (2020), una persona que trabaja en el sector de ciencia y tecnología gana dos tercios más que las personas empleadas en otros campos. Sin embargo, en nuestro país, según una encuesta realizada por la Cámara de Empresas de Software y Servicios Informáticos de la República Argentina (Cessi), solo un 26% de quienes trabajan en la industria son mujeres.
Por su parte, la Ciudad de Buenos Aires concentra el 61% de las empresas tecnológicas del país y cuenta con más de 3.300 empresas y 83.737 empleados/as (2020).
Sin embargo, solo el 30% de personas empleadas en el sector de software son mujeres. Los datos de la Ciudad coinciden con los globales. En el mundo, solo el 29,3% de los/as empleados/as en tecnología son mujeres (Catalyst, 2020).
Por todo esto, el cierre de la brecha digital es una de las condiciones necesarias para
que el siglo XXI sea el de la igualdad de género. Las mujeres tenemos que estar preparadas para formar parte de la revolución digital. Pero son muchas las barreras
que hacen que las mujeres no elijan ni se desarrollen en estos sectores: los estereotipos de género, el mito de que los varones son mejores para la matemática, una cultura que promueve la falta de confianza en nosotras mismas y la escasez de modelos o “referentes” a seguir son otras de las razones por las cuales las mujeres no elegimos estas profesiones.
No podés querer ser lo que no ves, por eso es importante no sólo formar, sino también acompañar y motivar, visibilizando a las mujeres creadoras de tecnología, para que ellas puedan pensarse y proyectarse en esos roles. Por eso, desde la Ciudad estamos trabajando para que las y los docentes (en su gran mayoría, mujeres) incorporen tecnología e incluso programación en su forma de enseñar y se transformen en referentes, de un área que está asociada a lo masculino. También trabajamos desde el jardín con esta perspectiva de género: es la ESI, pero también son las nuevas formas de enseñar. Y en los jardines, no hay juegos exclusivos para los nenes o las nenas y, además, todos cuentan con un atelier digital para que puedan aprender con tecnología.
Por otro lado, elaboramos propuestas concretas para que desde la escuela despertemos y alentemos las habilidades digitales en las chicas. Tanto en Aprendé Programando, un programa extracurricular para estudiantes de los últimos años de secundaria, como en Codo a Codo 4.0, una iniciativa para formar los perfiles que demanda el sector IT, nos propusimos que la mitad de nuestras estudiantes sean mujeres. Hoy tenemos que poner cupo para que las chicas tengan prioridad y sistemas de incentivos para que se anoten. Pero trabajamos incansablemente para que el día de mañana esto no sea necesario.
Y, como entendemos que nadie elige lo que no conoce, a las mujeres que participan de ambas iniciativas les proponemos participar de Mujeres Digitales, una comunidad de mentoras y mentoreadas donde las mujeres que ya trabajan en la industria acompañan a nuestras estudiantes y las alientan a formarse y trabajar en el mundo de la tecnología.
Por último, ofrecemos más de 30 programas gratuitos orientados a fortalecer la vocación en el sector tecnológico de las mujeres, y otras propuestas de formación profesional vinculados a la tecnología y a la programación.
No podemos avanzar en el camino del progreso sin tener en cuenta plenamente a la
mitad de la población. Un país para desarrollarse y crecer económicamente necesita del talento y de las capacidades de hombres y mujeres.
Estoy convencida de que podemos vivir en una Ciudad en el que las mujeres ocupen
espacios claves en industrias claves y sean protagonistas del desarrollo sostenido. Y sé que esto se logra principalmente con una transformación desde la educación, donde todas las chicas cuenten con las herramientas necesarias para que puedan elegir su camino, sin barreras y en libertad.